En ese momento inicial, en el que la escuela cumple la función social de preparar a las élites, los campesinos, las personas de las clases trabajadoras, las mujeres, los grupos culturales marginales (no adscritos a la cultura dominante) como los afrocaribeños o los hispanos en EE.UU., o por ejemplo los gitanos en España, así como las personas identificadas como «improductivas» o «anormales., no tenían derecho a la escolarización (ni ordinaria ni de ningún otro tipo).