En cada prueba que el hombre atraviesa, si éste es fiel durante ella y honra a Dios y la religión que ha abrazado, al final de dicha prueba o aflicción la persona estará más cerca de Dios, más cerca en cuanto al aumento de la fe, la sabiduría, el conocimiento y el poder, y por consiguiente, tendrá más confianza al invocar al Señor [para suplicar] las cosas que desee. He conocido personas que se han estremecido ante la idea de atravesar ciertas pruebas difíciles, quienes, después de haber pasado la tentación, han dicho que podían recurrir al Señor con más confianza y rogar las bendiciones que deseaban.