El coronel no tiene quien le escriba es una dramática historia en donde se muestran las carencias que vive un hombre de avanzada edad, que todos conocen como el Coronel junto a su esposa, una mujer enferma, con un asma crónica que la consume. Este acude al puerto todos los viernes a la espera de la llegada de la carta que confirme la aprobación de su pensión, sin embargo, ya lleva 15 años de espera y cada día su situación económica empeora; él y su mujer viven en una casa desgastada, donde poco a poco han ido vendiendo sus enseres para poder sobrevivir, han llegado al punto extremo de solo contar con un reloj y un viejo cuadro, que ya nadie está interesado en comprar. Sumado a esto, hacía poco tiempo que su único hijo, Agustín, fue acribillado a balazos frente a una gallera; ahora solo les quedaba su recuerdo y el gallo, animal de pelea, herencia de su hijo, por cuya culpa éste murió, según afirmaba la madre. No obstante, a pesar de estas afirmaciones ambos cuidaban delicadamente el animal, el cual llegó incluso a comer mejor que ellos. El coronel cuidaba al gallo con la esperanza de poder llevarlo a peleas y ganar dinero, pero para ello faltaba mucho y el gallo debía ser bien alimentado y entrenado, por lo que este considera la posibilidad de poner en venta al animal, pero luego desiste de la idea; su esposa se enoja y piensa que no es una buena opción el conservarlo, puesto que podría perder la pelea y no conseguirían como sobrevivir, ya no había nada más que le generara ingresos y de forma angustiosa le pregunta a su esposo "Dime, qué comemos" y este le responde: "Mierda", finalizando dicha historia con esta palabra.