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Consideraciones sobre el concepto de cultismo - Coggle Diagram
Consideraciones sobre el concepto de cultismo
El cultismo como préstamo
El cultismo es un préstamo que el romance toma del latín, para denominar un concepto nuevo o por otro tipo de necesidad léxica o estilística.
Hablar de préstamos en otra lengua supone aceptar la existencia, desde época muy temprana, de dos sistemas lingüísticos diferentes, latín y romance, que coexistieron durante siglos.
El influjo culto puede actuar también frenando la evolución de palabras transmitidas por vía hereditaria, hablándose de préstamo fonético, morfológico y de cultismo.
Wright (1989) rechaza la consideración como cultismos de aquellos términos introducidos en siglos anteriores y considera que no podemos hablar de préstamos del latín antes del s. XII.
Otro grupo de cultismos lo constituyen aquellas palabras creadas en el propio romance, ya sea por necesidad léxica y por motivos estéticos, a partir de elementos latinos.
Las denominaciones de cultismo y latinismo
Latinismo:
palabras que no han sufrido variación alguna (latinismo crudo)
Cultismo:
voces procedentes del latín introducidas por el influjo culto, se han adaptado en mayor o menor grado a la morfología del español.
Cabe plantearse varias cuestiones, como si existe alguna gradación entre estos términos, por ello, la adaptación debe comprobarse con criterios gramaticales.
Benítez Claros (1960) opina que pueden confundirse los helenismos con las latinismos.
Clavería (1991): "términos como el latinismo, galicismo o helenismo tienen la ventaja de indicar la procedencia de las palabras a las que se aplican" por lo que, el término cultismo englobaría a todas aquellas voces procedentes de una lengua de cultura, ya sea el latín, el griego o el hebreo.
Criterios de delimitación
Reconocimientos de los cultismos
El criterio fonético sería el más útil para clasificar una voz como culta o popular.
Mayer Lübke (1926) y Bustos (1974) ponen en duda el criterio de clasificación: "Tal criterio (fonético) no es parte integrante de la noción de cultismo, sino precisamente una consecuencia de su carácter de préstamo importado generalmente por vía escrita".
Esto nos lleva al estudio del valor semántico de una palabra, su funcionamiento como voz culta y su proceso de introducción.
Malkiel (1957) defiende "la necesidad de restringir el significado de <culto>, <semiculto> y <patrimonial> al juego de las normas fonéticas, para no quitar a estos rótulos un grado mínimo de precisión."
Junto al criterio fonético, se ha utilizado el cronológico, es decir, la fecha de entrada en la lengua de estos préstamos.
La teoría de "la difusión léxica", postulada por Wang (1989), pone en duda la atribución de regularidad o irregularidad y defiende que el cambio a veces no afecta a todos los términos, sino que unas palabras son más propensas a cambiar que otras.
La denominación de semicultismo
Semicultismo: "Casos de cultismo parcial; dicho de otro modo, de una mezcla de rasgos cultos y patrimoniales" (Malkiel, 1992).
Menéndez Pidal llamó "estado latente" de la evolución fonética: sólo así se explica que en voces incorporadas tardíamente pueda operar el cambio fonético.
Wright (1989) propone que estos cultismos antiguos "pudieran solamente ser palabras que estaban al final de la serie, a las que el cambio nunca afectó"
Un problema estrechamente vinculado con la frontera difusa entre cultismos y semicultismos es el de las variantes formales o formas alternantes de las voces cultas.
Conclusiones
Cultismos: préstamos de una lengua de cultura, entendiendo que dentro de los cultismos se pueden distinguir latinismos, helenismos o hebraísmos.
No se puede establecer una frontera bien delimitada entre cultismos y semicultismos, pero conviene reservar el término para aquellos cultismos en que se hayan cumplido una o varias leyes de fonética regular.
En cuanto a criterios de selección el que parece ser más útil es el fonético, complementado con el cronológico.
No se debe hablar sólo de "voces prestadas", sino de "rasgos" prestados, porque a veces el latín solo ayuda a mantener fonemas, grafías o morfemas en palabras transmitidas desde antiguo (caso de siglo).