Este relato cuenta la historia de un hombre que había hecho una carrera militar, sirviendo al país en la batalla de la guerra civil, puesto que era un hombre de 70 años y, desde entonces, hace más de 15 años que esperaba la pensión de su jubilación. Todos los viernes baja al pueblo en espera de la carta que le cambiará la dramática forma de su vida que llevaba, debido a las carencias económicas. El coronel vive con su mujer, en una casa humilde, en un pueblito costeño; su hijo Agustín murió dejándoles como única herencia un gallo de peleas que, según la mujer, fue el causante de su muerte. Para el coronel el gallo representa, además de la pensión que nunca llega, no sólo la posible salvación a su miseria, sino también, la esperanza de todo el pueblo.
El coronel y su esposa, una mujer asmática, viven sumidos en la pobreza muertos de hambre y sin nada más por vender, pero siempre con la esperanza de un mejor porvenir, estos llegan a situaciones extremas, donde consideran la idea de vender el gallo para poder sobrevivir, sin embargo, viendo la actitud de Don Sabas, el posible comprador, decide mejor quedárselo; su esposa agobiada por tantas carencias, le reclamaba, preguntándole “Qué comeremos” a lo que este responde, “Mierda”, dando de esta forma final al relato.