El concilio Vaticano II aparece, cada vez con mayor nitidez, como “el acontecimiento eclesial más importante del siglo XX”. Nació de una decisión del papa Juan XXIII (1881-1963), quien “pensó que los tiempos estaban maduros para dar a la Iglesia católica y a toda la familia humana un nuevo Concilio ecuménico que continúe la serie de los veinte grandes sínodos que tanto contribuyeron a lo largo de los siglos al incremento de la gracia celeste en los espíritus de los fieles y al progreso del cristianismo”. Muerto el papa Roncalli (3 de junio de 1963), Pablo VI (1897-1978), elegido papa el 21 de junio de ese año 1963, asumió la decisión de continuar el concilio. Según la legislación vigente, al morir el papa que ha convocado un concilio este queda en suspenso en espera de que el siguiente papa decida darle continuidad o no.