Arquitectos, patrones y obras materiales en Valladolid de Michoacán. Siglos XVI-XVII; Por: Moisés Guzmán Pérez
Cédula de fundación de la Nueva Ciudad de Mechoacán dada por el virrey Antonio de Mendoza el 23 de abril de 1541
Traslado de la sede episcopal de Pátzcuaro a Valladolid hacia 1580; adquiriendo la nueva "cabeza de la provincia": en realidad Valladolid no perdió su imagen de pueblo misérrimo.
Traza de la ciudad por Antonio de Godoy y Juan Ponce a la manera de una "retícula regular"
Primeras casa con materiales de adobe en los muros y lo techo de paja.
1550 y 1554, la fisonomía urbana de la ciudad comenzó a cambiar con la apertura de calles y plazas.
Construcción de Monasterios (San Francisco y San Agustín, un colegio de primeras letras (San Miguel de Guayangero), y el caño de agua para abastecer a la población.
Sede de la administración de la diócesis más vastas y pingües del virreinato; los centros educativos, establecido tanto en el seno de los conventos de las órdenes regulares, como el recién traslado del Colegio de San Nicolás
Edificación de los templos del Carmen (portada manierista) 1619; La Merced, siguiendo más de cerca los lineamientos manieristas.
Otra construcción que reflejó el manierismo fue la antigua sede del convento de Las Monjas -hoy conocido como Las Rosas- cuyas portadas fueron inauguradas en 1646
Las iglesias y hospitales de los barrios estaban construido todos de adobe.
Se inició una nueva dirección estilística en las construcciones religiosas de la ciudad. Tanto en las portadas de la Senta Iglesia Catedral con en el gran iglesia de la Compañía de Jesús, se encuentran resumidos los rasgos del manierismo, pero en un nuevo contesto: el barroco
Se sortearon serios problemas de carácter político, económico-administrativo y técnico.
Valladolid se presentaba como "un proyecto grandioso, la mitad aún permanecía sobre el papel y la otra parte en proceso de construcción en cantera... El Carmen, San Francisco Xavier, Las Rosas, La Merced y La Cruz, se construyeron frente a plazas menores. La Catedral del centro de la población llevaba cuarenta años de su proyecto constructivo..."
El siglo XVIII representa para Valladolid su siglo áureo,... desde el punto de vista material como económico, social y cultural, singularizado el crecimiento demográfico, la edificación de construcciones tanto civiles como religiosas, el surgimiento de la oligarquía patrocinadora de empresas comercial y el constante impulso a la cultura por parte de activos y talentosos prelados.
Merece especial atención la presencia activa de alarifes y maestros de arquitectura pertenecientes a los estratos sociales más bajos de la comunidad, como lo son: Lucas Durán, oficial de arquitectura, de calidad indio; y Asencio de Anaya, maestro de arquitectura, mulato, miembro de la cofradía de Nuestra Señora del Rosario de Pardos.
La reforma a las Ordenanzas de albañilería propuestas por los maestros Miguel Custodio Durán, Lorenzo Rodríguez y otros artistas el 26 de abril de 1746
El cabildo de la Ciudad de México, examinaba a todo aquel que quisiera ejercer el oficio de arquitecto.
La aplicación de las ordenanzas nunca fue exacta y hubo muchos casos de incumplimiento, situación que podemos ejemplificar con alarifes como Diego Durán, Thomas de Huerta y Ascencio de Anaya.
Demostraron estar capacitados técnicamente.
Demostraron su "limpieza de sangre y honorabilidad de costumbres"
No lo construyeron todo por sí solos; sin el esfuerzo de los diferentes grupos sociales y políticos imperantes en la época su trabajo no hubiera sido posible.
Se necesitó el empleo de albañiles, medias cucharas y peones de los alrededores; de los arrieros que transportaban los materiales de construcción, de maestros herreros, pintores y carpinteros; de la anuencia de obispos y virreyes para hacer obra y del permiso de los cabildos civil y eclesiástico para emprenderla; al igual que la participación de ricos comerciantes vallisoletanos.
Los juzgado eclesiásticos funcionaron como instituciones de crédito.
Otorgaban préstamos a depósito irregular cobrando réditos del 5% anual.
El abasto de agua era una dificultad, que los vallisoletanos tenían que sortear, al igual que la mala distribución hidráulica
El prior argumentó: "por no servir a la ciudad de los derrames de la pila que está frente de l casa de don Juan Barreda, pide dicho derrame para el expresada huerta y conducirla por el caño que llaman viejo.
La ciudad se extendería hacia los 4 puntos cardinales.
La década de los cuarenta del siglo XVIII, fue en verdad difícil para los habitantes de la ciudad; escaseaba el agua y había una mala distribución de los caños y alcantarillas;
Ciudad Vertical, donde se destaca desde lejos las numerosas torres de: la Catedral, San José, San Agustín, Las Monjas, La Merced y Capuchinas
La ciudad crece hacia el Este creándose la zona de veraneo cuyo eje va ser la calzada de Guadalupe.
Al Oriente el paisaje de la urbe cambia al construirse la robusta arquería que porta el agua a sus espaldas, solucionándose así el problema de tan largo y costoso del agua potable.
El paso del agua por el acueducto y el clima fresco, por ser área arbolada, así como el santuario, van a ser determinantes para el desarrollo urbano de la zona residencial.
Alumno: Angel Iván Ruiz Sotelo; Materia: Historia Social de la Arquitectura del Occidente de México; Profesor: Juan Hugo Sánchez García; Licenciatura en Historia del Arte; Centro Universitario de Tonalá; Universidad de Guadalajara.
Guzmán. P. (1993-1994), "Arquitectos, patrones y obras materiales en Valladolid de Michoacán. Siglos XVI-XVII", Tempus, Revista de Historia de Facultad de Filosofía y Letras; México, pp. 58-81