La hipótesis actual más factible apunta a que, ante un asedio tan largo, los roedores que vivían entre el ejército acabaron infiltrándose en la ciudad por las grietas abiertas de sus muros y las puertas, contagiando así a los roedores que ya vivían en el recinto urbano. Fuera como fuera, lo cierto es que, solo tres años después, en 1350, la desolación de la Peste Negra había llegado ya a los países báltico.