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Creemos Porque Amamos: Capítulo II - Coggle Diagram
Creemos Porque Amamos: Capítulo II
La importancia del tema de la conciencia para el acto de la fe
La calidad de fe de una persona no es independiente de la manera en que ella vive.
La conciencia no solo te ayuda a comprender lo que es bueno y malo, sino también es como una vía para llegar al conocimiento de Dios.
Si se vive de una manera superficial y faltan las debidas disposiciones para creer, no se puede acoger la fe, ni tampoco crecer en ella.
La fe requiere de disposiciones morales adecuadas para acogerla, para poder captarla en su significado más profundo y real.
La conciencia, una “voz” que guía hacia la Verdad
Newman buscó un camino más existencial y personal hacía la fe, en la que la conciencia tuviera un lugar central.
Newman identifica a la conciencia como un lugar especial donde la persona puede descubrir a Dios que se le revela.
La conciencia se presenta como la "antesala de la fe"; como un lugar donde se pueden leer las declaraciones y promesas del Evangelio, y a la vez, ser testigo de su verdad.
La conciencia constituye el centro de la realidad personal y la vía principal mediante la cual cada hombre puede llegar a la verdad y al conocimiento de Dios.
Conciencia y Fe
Newman insiste en que la persona verdaderamente religiosa, que quiere vivir de manera coherente, es aquella que se atiene a las reglas y normas de su conciencia.
A la conciencia no se le puede considerar como una norma o parámetro absoluto de la fe, pues es tan sólo el "eco de la fe".
Se puede decir que la conciencia de cada individuo es lo que se actualiza, configura, da vida y perfecciona lo religioso que vive en él pues, en virtud de su conciencia, "el hombre religioso sabe lo que es, y sabe qué debe hacer para cultivar su religiosidad.
Naturaleza y Gracia
Al hablar de la naturaleza y gracia, se hace referencia también a la relación entre la fe y la razón.
Para Newman es importante subrayar la importancia de la unidad entre la fe y la razón como la unidad que existe entre la naturaleza y gracia en el acto de fe.
La gracia de Dios opera en la naturaleza humana, pero "no sin ella ni a pesar de ella".
La gracia obra en nuestra razón, conciencia e imaginación, purificando y guiando nuestros pensamientos e intenciones hacía la verdad.
La Acción de la Gracia
En el acto de la fe se realiza una síntesis entre la fe y la razón, en la que también se puede distinguir sus diferentes operaciones.
La fe y la sabiduría, suponen el ejercicio libre de la razón.