La última función, bastante mal bautizada, se llama función poética (o, a veces,
retórica). Centrada sobre el mensaje mismo, llama la atención sobre la manera
como el mensaje mismo se ha modelado. Por ejemplo, en poesía la rima impone al
enunciado una lógica muy particular. En un mensaje en prosa, nos preocupamos de escoger las palabras en función de su sentido o de su valor expresivo, y no en
función de su forma. En cambio la poesía versificada cuida de hacer aparecer esas palabras teniendo en cuenta sus características puramente formales: la longitud y
el esquema rítmico de los vocablos, reiteración de ciertos grupos de sonidos, etc.