Albert Béguin dice que un valor común en los románticos es la búsqueda de algo alrededor de lo cual organizar su unidad y su existencia. El poeta Rimbaud siente y percibe tantas cosas tan profundamente que desea encontrar la forma de unificarlas. Pero al voltear a la idea del yo mismo, a la que a menudo atribuimos todas nuestras ideas, emociones y percepciones, y consideramos como algo permanente y persistente que progresa y se transforma, Rimbaud no encuentra nada. Rimbaud comprende que al pronunicar la palabra yo, no se refiere más que a la percepción que tiene en ese instante, y lo que antes llamó yo, el conjunto de cosas que ha experimentado a través de su vida, no son él, no tienen ya nada que ver con él.