Fijas: En este caso, la dirección IP asignada a un dispositivo será de por vida, es decir, jamás cambiará, y esto aplica tanto para direcciones IP públicas como privadas. A pesar de que son de mayor confianza y estabilidad, y te permiten una mayor velocidad de descarga, llegan a presentar ciertos inconvenientes, empezando por la vulnerabilidad. Al ser estáticas, los hackers tienen más tiempo para atacar equipos con este tipo de IP, por lo que se vuelven menos seguras. Además, su configuración debe ser manual y hay que pagar una cuota adicional para obtenerla.
Dinámicas: Este tipo de dirección IP va cambiando cada vez que el dispositivo establece una conexión a internet, y se llega a usar cuando los proveedores de Internet cuentan con más clientes que direcciones IP, ya que es poco probable que todos ellos se conecten al mismo tiempo. Entre sus ventajas se encuentra un mayor nivel de seguridad y privacidad en la red, además de que su configuración es automática, sin embargo, la probabilidad de que la conexión se interrumpa es más elevada que en una IP fija.