Las reformas que promueve apelan al criterio del "despotismo ilustrado": una política que acentúan las tendencias centralizadoras del absolutismo y apuesta a una modernización desde arriba, una transformación dirigida desde el estado sobre la base de la pasividad de la sociedad. Un movimiento típico de países que han tenido dificultados o retrasos considerables en el acceso a la modernidad, osea, propio de regiones sin fuerzas sociales modernizadoras, como Austria, Prusia, España