el sistema de calificación de riesgo fue introducido en 1909, como una iniciativa privada espontánea, y se asoció a reportes referidos a las compañías de ferrocarril que emitían bonos. Su importancia creció luego de la Gran Depresión, por efecto de los múltiples incumplimientos de deuda que ocurrieron. Desde ese entonces los reguladores empezaron a estipular que los inversionistas institucionales no deberían adquirir valores por debajo de cierto estándar de calificación de riesgo. La industria de calificación de riesgo tuvo un nuevo importante impulso en la década de los 80 con el crecimiento del mercado de deuda en EEUU y en Europa, producto de la desregulación de los mercados financieros. En el caso de los países con mercados de valores emergentes, como es el caso de Latinoamérica, las reformas llevadas a cabo en los años 90 han introducido la figura de la calificación de riesgo como un componente, usualmente como mandato de ley, de sus mercados de capitales.