Para entrar al torrente sanguíneo, un fármaco debe ser absorbido de su sitio de administración, a menos que haya sido inyectado directamente al torrente sanguíneo. El índice y eficacia de la absorción dependen de la vía de administración. Entre las más comunes se encuentran la oral, orogingival, sublingual, rectal, intramuscular, subcutánea, inhalación, tópica, transdérmica, intravenosa y epidural.