Solamente con buena vista y mucha observación, alguien podía descubrir por dónde andaba el camaleón. Desde pequeño, sus padres se dieron cuenta de que no era como los demás camaleones porque, cada vez que iba de un sitio a otro no solo cambiaba su color, sino que se quedaba inmóvil «escuchando», según decía, cada rama, cada hoja, cada piedra…