A causa de la deficiencia visual que impide el entendimiento de ciertos escenarios visuales de la vida cotidiana, los niños ciegos recurren a imitaciones verbales (dramatizaciones de voces y sonidos) en sus primeros juegos de ficción con intercambio de roles. Según Lucerga, Sanz, Rodríguez, Porrero y Escudero (1992), para los niños ciegos resulta más sencillo planificar el juego que ejecutarlo. Además, la descentración de la acción en sí mismos para centrarla en algún objeto ocurre más tarde que en los niños videntes.