En un primer período el niño logra diferenciar el sistema de representación. Debido a que fundamentalmente diferencia el dibujo de la escritura, el algunos textos aparece como “distinción entre el modo de representación icónico-no icónico”. Es decir, el niño establece las diferencias entre marcas gráficas icónicas (como las del dibujo, donde se trata de reproducir en alguna medida la forma del objeto) y las marcas gráficas no icónicas, que son totalmente arbitrarias (pero convencionales).
Contemporáneamente, los niños pueden ir construyendo la idea de que la escritura sustituye a la realidad que representa, es decir, comienzan a concebirla como un objeto sustituto.
En el segundo período exigen dos condiciones para que las escrituras de otros, o las que los mismos producen, resulten legibles, es decir, para que “digan algo”. Por un lado (cualitativo) deben tener una cantidad controlada de marcas; por otro (cualitativo) las marcas empleadas deben ser diferentes.
El tercer período que se inicia cuando los niños descubren que las escrituras se relaciona con la pauta sonora del habla, se denomina fonetización de la escritura. Es decir, esas diferenciaciones que lograban cambiando cantidad y repertorio de grafías pasan a ser diferenciaciones que se realizan teniendo en cuenta los significantes orales, es decir, cómo suenan las palabras.