Sentido cristiano del dolor, de la muerte y de la preparación al bien morir: En el Ritual de la Unción de los enfermos el sentido de la enfermedad del hombre, de sus sufrimientos y de la muerte, se explica a la luz del designio salvador de Dios, y más concretamente a la luz del valor del dolor asumido por Cristo, el Verbo encarnado, en el misterio de su Pasión, Muerte y Resurrección. Esta escritura indica una estrecha relación entre la enfermedad y la muerte, y el pecado. Para un cristiano la enfermedad y la muerte pueden y deben ser medios para santificarse y redimir con Cristo. La Unción de los enfermos ayuda a vivir estas realidades dolorosas de la vida humana con sentido cristiano:
La estructura del signo sacramental y la celebración del sacramento: Según el Ritual de la Unción de los enfermos, la materia apta del sacramento es el aceite de oliva o, en caso de necesidad, otro aceite vegetal. Este aceite debe estar bendecido por el obispo o por un presbítero que tenga esta facultad.
La Unción se confiere ungiendo al enfermo en la frente y en las manos. La formula sacramental por la que en el rito latino tambien se confiere la Unción de los enfermos.
Si las circunstancias lo permiten, la celebración del sacramento puede ir precedida del sacramento de la Penitencia y seguida del sacramento de la Eucaristía. En cuanto sacramento de la Pascua de Cristo, la Eucaristía debería ser siempre el último sacramento de la peregrinación terrenal, el “Viático” para el “paso” a la vida eterna.
Ministro de la Unción de enfermos:
Ministro de este sacramento es únicamente el sacerdote, ya sea el obispo o el presbítero. Es deber de los pastores instruir a los fieles sobre los beneficios de este sacramento. Los fieles deben alentar a los enfermos a llamar al sacerdote para recibir la Unción de los enfermos.
Los medios que dan consuelo y alivian el cuerpo y el alma que sufre, y entre estos medios además del sacramento de la Penitencia y del Viático se encuentra el sacramento de la Unción de los enfermos.
Sujeto de la Unción de los enfermos:
Sujeto de la Unción de los enfermos es toda persona bautizada, que haya alcanzado el uso de razón y se encuentre en peligro de muerte por una grave enfermedad, o por vejez acompañada de una avanzada debilidad senil.
Para recibir los frutos de este sacramento se requiere en el sujeto la previa reconciliación con Dios y con la Iglesia, al menos con el deseo, inseparablemente unido al arrepentimiento de los propios pecados y a la intención de confesarlos, cuando sea posible, en el sacramento de la Penitencia. Por esto la Iglesia prevé que, antes de la Unción, se administre al enfermo el sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación. El enfermo debe tener la voluntad no retractada de morir como mueren los cristianos, y con los auxilios sobrenaturales que a éstos se destinan.
Para que el enfermo pueda disponerse mejor a recibir la gracia del sacramento. No debe administrarse a aquellos que permanecen obstinadamente impenitentes en pecado mortal manifiesto
Si un enfermo que recibió la Unción recupera la salud, puede, en caso de nueva enfermedad grave, recibir otra vez este sacramento; y, en el curso de la misma enfermedad, el sacramento puede ser reiterado si la enfermedad se agrava.
Por último, conviene tener presente esta indicación de la Iglesia: "En la duda sobre si el enfermo ha alcanzado el uso de razón, sufre una enfermedad grave o ha fallecido ya, adminístrese este sacramento"
Necesidad de este sacramento:
La recepción de la Unción de enfermos no es necesaria con necesidad de medio para la salvación, pero no se debe prescindir voluntariamente de este sacramento, si es posible recibirlo, porque sería tanto como rechazar un auxilio de gran eficacia para la salvación. Privar a un enfermo de esta ayuda, podría constituir un pecado grave.
Efectos de la Unción de enfermos:
En cuanto verdadero y propio sacramento de la Nueva Ley, la Unción de los enfermos ofrece al fiel cristiano la gracia santificante; además, la gracia sacramental específica de la Unción de enfermos tiene como efectos:
— la unión más íntima con Cristo en su Pasión redentora, para su bien y el de toda la Iglesia
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