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Capitulo 11 y 12 (La Escritora
Prolífica (Se cree que Elena de White es…
Capitulo 11 y 12
La Escritora
Prolífica
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sus producciones literarias sumaron aproximadamente 100.000 páginas, o el equivalente a 25 millones de palabras, incluyendo cartas, diarios, artículos en revistas, panfletos y libros.
Cuando murió la Sra. White (1915), se estaban
imprimiendo 24 libros
Elena de White escribía en hojas grandes de papel de carta, y en cuadernos de ejercicios con hojas con rayas, casi siempre con una pluma.
Ayudantes editoriales
Elena de White formó, con el tiempo, una eficiente organización de un equipo de ayudantes editoriales pagados y no pagados.
En los primeros años, Jaime fue su muy capaz ayudante y estaba siempre dispuesto a preparar material para su publicación.
Elena de White empleó ayudantes literarios por las mismas razones que lo hicieron los escritores bíblicos.
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La Oradora en
Demanda
Qué ocurrió cuando Elena Harmon aceptó la primera invitación a relatar su visión en Poland, Maine?
Movida por un sentido del deber, capaz de hablar sólo en un susurro, ella comenzó a comunicar “a los demás” lo que Dios le había revelado.
Con su magnífico don de oratoria y su capacidad para dominar al auditorio y conducirlo ya sea a pensar sólidamente o a experimentar las emociones más profundas, parecía totalmente segura como mensajera de Dios; sin embargo ella no hizo nada para llamar la atención sobre sí o para exaltar su autoridad.
Estilo de oratoria
El estilo y el lenguaje de la Hna. White es sumamente solemne e impresionante, e influye increíblemente sobre la congregación, elevándola siempre hacia el cielo
Para estudiantes de oratoria, el estilo de oratoria de Elena de White es una mina de continuos ejemplos de claridad, temperamento vigoroso y belleza.
Marian Davis, “mi compaginadora
de libros”
En una carta escrita en 1900 y dirigida a G. A. Irwin, Elena de White llamó a Marian Davis “mi compaginadora de libros”.
El lenguaje de los ojos
Sus ojos, según los encuestados: “hermosos ojos marrones y de mirada distante”, “ojos veraces”, “mirada ferviente que parecía penetrar”, “sus ojos eran grandes y se volvían más grandes si estaba dominada por el fervor o la emoción, y se achicaban cuando se sonreía”.
Al finalizar la primavera de 1845, la mano de Elena Harmon, temblando de debilidad, era incapaz de escribir.