Para realizar su plan, Juan vuelve sobre los grandes temas proféticos tradicionales, especialmente el del «Gran Día de Yahvé» (ver Am 5 18 +): los profetas anunciaban al Pueblo santo, esclavo bajo el yugo de los asirios, de los caldeos y luego de los griegos, dispersado y casi destruido por la persecución, el día cercano de la salvación, en que Dios vendría a liberar a su Pueblo de manos de sus opresores, devolviéndole no sólo la libertad, sino también poderío y dominio sobre sus enemigos, a su vez castigados y casi destruidos. Cuando Juan escribía, la Iglesia, el nuevo Pueblo elegido, acababa de ser diezmada por una sangrienta persecución
Pero los fieles de Dios serán preservados, 7 1-8; ver 14 1-5, en espera de gozar del triunfo en el cielo, 7 9-17; ver 15 1-5. Sin embargo, Dios, que quiere la salvación de los pecadores, no va a destruirlos inmediatamente, sino que les enviará una serie de plagas para prevenirles, como lo había hecho con Faraón y los egipcios
Una nueva visión vuelve sobre el tema de la destrucción de la Bestia (la Roma perseguidora), esta vez realizada por Cristo glorioso, 19 11-21. Entonces se abre un período de prosperidad para la Iglesia, 20 1-6, que terminará con un nuevo asalto de Satanás contra ella, 20 7s, la destrucción del Enemigo, la resurrección de los muertos y su Juicio,
Esta es la interpretación histórica del Apocalipsis, su sentido primero y fundamental. Pero el alcance del libro no se detiene aquí; porque su visión de la historia depende de valores eternos sobre los que puede apoyarse la fe de los fieles de todos los tiempos. Ya en el Antiguo Testamento, la confianza del Pueblo santo estaba fundada en la promesa de Dios de permanecer
presencia que significaba protección sobre los enemigos para llevar a cabo la salvación. También ahora, y de una manera mucho más perfecta, está Dios con su nuevo Pueblo, que ha unido consigo en la persona de su Hijo, Emmanuel (Dios con nosotros); y la Iglesia vive de esta promesa de Cristo resucitado: «Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo», Mt 28 20. Siendo así, nada tienen que temer los fieles; aunque por algún tiempo tengan que sufrir por el nombre de Cristo, en definitiva serán vencedores de Satanás y de todas su maquinaciones