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Jesús promete el Espiritu Santo (ES testimonio de la divinidad de Jesús,…
Jesús promete el
Espiritu Santo
ES testimonio de la
divinidad de Jesús
El Espíritu, poder del Padre y testimonio
de los tiempos mesiánicos, antecede,
acompaña y prolonga la misión de Jesús
entre nosotros.
Anunciación
Lucas tiende a subrayar que la filiación
divina de Jesús no es una adquisición
tardía de su persona
sino que, desde su nacimiento, el hombre
Jesús es Dios, porque ha sido concebido
por obra del Espíritu Santo.
Bautismo
En el bautismo de Jesús, el Espíritu Santo,
en forma de paloma, se posó sobre él, y
se oyó una voz del cielo (del Padre), que
decía: “Tú eres mi Hijo amado”.
Transfiguración
La transfiguración no es una anticipación
de la gloria futura de Jesucristo resucitado
sino una manifestación de la gloria que
Jesús posee ya como Hijo de Dios y
portador de su Espíritu.
Lucas quiere exponer a sus lectores que la
manifestación gloriosa del Hijo del Hombre
en los últimos tiempos se debe entender ya
desde la anunciación y se manifestará en
todo su esplendor en la parusía.
Jesús promete el Espíritu
Santo (sinópticos)
Cuando os persigan y torturen, teniendo
que dar testimonio de mí ante los profetas
y reyes.
“no temáis, pues no seréis vosotros
los que habléis, sino el Espíritu de vuestro
Padre hablará por vosotros”.
El Paráclito (Jn)
Visita a Nicodemo: Jesús promete
el Paráclito en la última Cena.
Identidad personal del Paráclito:
Cinco veces es llamado
Paráclito el Espíritu en Juan
Si Juan llama al Paráclito “Espíritu
de la Verdad”, es en primer lugar
porque en el pensamiento joanneo
el Paráclito es el Espíritu de Jesús
y Jesús es la Verdad.
Distinción entre Jesús
y el Espíritu Santo
Desde el momento que el Paráclito
viene cuando Jesús parte, el Paráclito
es la presencia de Jesús cuando
está ausente.
Esta presentación del Espíritu
Paráclito nos resuelve dos
grandes problemas en Juan:
El primer problema es la confusión causada
por la muerte de los testigos oculares
apostólicos, que constituían la cadena
viva entre Jesús de Nazaret y la Iglesia.
El segundo problema, en la tradición joannea,
al cual da una respuesta la pneumatología del
cuarto evangelio, es el retraso de la Parusía.
La presencia del Paráclito permanece
diversa a la de Jesús en su ministerio en
un aspecto esencial: el Paráclito es invisible
al mundo, porque el Paráclito está dentro
del discípulo.
En Juan la fuerza del Espíritu va adquiriendo
personalidad, en la medida que va
acentuando la especificidad de funciones
salvíficas de cara al Hijo, y como
enviado por el Padre.