En casi todas las sociedades, las mujeres tienen la responsabilidad principal
del trabajo del hogar y la crianza de los hijos. Sin embargo, es variable la
manera como las parejas dividen la forma de buscar el sustento y el trabajo
del hogar. Los matrimonios en los que ambos cónyuges están empleados,
tienen oportunidades y exigencias. Desde el lado positivo, el segundo ingreso
permite a ciertas familias salir de la pobreza para ubicarse en una posición
de ingreso medio, mientras a otras las tornan mas acomodadas. Esta
situación permite que las mujeres tengan más independencia y les da mayor
posibilidad de compartir el poder económico. Entre los beneficios más tangibles
se cuentan una relación más igualatoria entre los cónyuges, mejor
salud para ambos, mayor autoestima para la mujer y una relación mas estrecha
entre el padre y sus hijos. Por otra parte, las parejas que trabajan enfrentan
exigencias extras de tiempo y energía, conflictos entre trabajo y
familia, rivalidad posible entre los cónyuges y ansiedad y culpa acerca de la
satisfacción de las necesidades de los niños.