Es necesario considerar las necesidades de los más pobres y desfavorecidos, comprendidos los niños trabajadores, los nómadas y los habitantes de comarcas remotas, los miembros de minorías étnicas y lingüísticas, los niños, jóvenes y adultos afectados por el VIH y el SIDA, el hambre o la mala salud, así como las personas que padecen de discapacidad o tienen necesidades especiales.