Se derrumba un modelo político que esgrime como armas fundamentales, según F. Castro (2007), "una economía regida por el mercado, más capital transnacional, más tecnología sofisticada, igual a crecimiento constante de la productividad, del PIB, del nivel de vida y todos los sueños del mundo para la especie humana; el estado no debe interponerse en nada, no debiera incluso existir, excepto como instrumento del gran capital financiero".