Las bienaventuranzas
Por: Gustavo Rubio Ruíz
Son: palabras de promesa dadas por Jesucristo y que convierten en palabras orientadoras para sus seguidores.
Sus seguidores son: pobres, hambrientos, lloran, son odiados y perseguidos.
Son una paradoja.
«Somos los impostores que dicen
la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los
sentenciados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobres que enriquecen
a muchos, los necesitados que todo lo poseen» (2 Co 6, 8-10).
Expresan lo que significa ser discípulo de Cristo.
«Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive
en mí (Ga 2, 20).
Pobre se refiere a un hombre que no alardea lo que tiene, que no se cree igual que Dios, alguien con los pies en la tierra, alguien con las manos (y alma) abiertos hacia Jesús.
La pobreza que hablan no es material, ni puramente espiritual; si no que es ideológica, uno no tiene que creerse igual que Dios, si no que uno es humilde y tiene que entregarse totalmente a Dios.
«Bienaventurados los pobres de espíritu, Vuestro (de ellos) es el Reino de Dios (el reino de
los cielos)»
«Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados»
«Dichosos los que trabajan por la paz, porque
ellos serán llamados hijos de Dios»
«Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios»
«Dichosos los afligidos, porque ellos
serán consolados».
«Dichosos los sufridos (mansos) porque
heredarán la tierra»
Es, en si, tener como si no se tuviera.
vivir la pobreza a partir de Dios y en la perspectiva de Dios.
Dios siempre ha querído un reino de paz, que de mar a mar sea un lugar próspero; es nuestra misión difundir y practicar este mensaje.
Hay afligidos buenos y malos; los malos son como Judas que se suicida ante un hecho ocurrido y los buenos son como Pedro que conmovido ante la mirada de Jesús, irrumpe en llanto.
En pocas palabras, hablar de oponerse al mal.
Al igual que la anterior, el hombre busca lo que Dios quiere en su reino, un lugar con paz, justicia e igualdad; de mismo modo, esta es nuestra misión.
Los requisitos para entrar al Monte del Señor son: corazón y manos limpias y puras.
«Dichosos los perseguidos a causa de la justicia, porque de ellos es el reino
de los cielos».
Por que ellos, luchan y representan de manera justa a Cristo y a pesar de que la gente esté en su contra y sean perseguidos, ellos no descansarán por hacer que la voz de Cristo sea escuchada.