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Estructura perversa (El punto de vista Freudiano sobre las perversiones…
Estructura perversa
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se trata de un momento en el que se obtura, para el futuro perverso, la posibilidad de acceso al umbral de la castración simbólica, donde lo real de la diferencia de sexos es promovido como única causa del deseo.
La falta significada por la intrusión paterna es justamente lo que garantiza al deseo su movilización hacia la posibilidad de una dinámica nueva para el niño
El significante de la falta e en el otro es lógicamente lo que conducirá al niño a abandonar el registro del ser en beneficio del registro del tener.
la atribución fálica del padre es lo que lo instituye como padre simbólico, es decir el padre en tanto mediación estructurante de la prohibición del incesto
De la sombra proyectada del padre simbólico el perverso no quiere saber nada, desde el momento en que se plantea para él la cuestión de reconocer algo del orden de la falta en el otro.
El niño se encierra en la convicción contradictoria siguiente: por un lado la intrusión de la figura paterna deja entrever al niño que la madre, que no tiene el falo, desea al padre porque él lo es.
El padre hace la ley y el perverso desafía esa ley. Al desafiarla, recusa en definitiva, el hecho de que la ley de su deseo esté sometida a la ley del deseo del otro. Así pone en acto dos opciones:
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Horror de castración:
Padre somete a la madre a la ley de su deseo o la madre tiene la debilidad de aceptar la ley. Como consecuencia el perverso viene a oponerse a esa otra elaboración fantasmática a través de la cual el perverso imagina a la madre todopoderosa del lado del deseo, es decir, sin falta.
El padre no tiene lo que la madre desea, entonces el perverso puede seguir sosteniendo el fantasma de ser el único y exclusivo objeto de deseo que hace gozar a la madre.
El niño es tanto seducido cuanto alentado por lo que su madre le da para tocar, ver y oír.
Pero lo atormenta el mutismo materno sobre la cuestión sobre la cuestión de su deseo en lo concerniente al padre.
Transgresión: El niño se siente atormentado por cuanto está doblemente cautivo de la seducción materna, luego de una prohibición que ella resignifica pero dándole entender al mismo tiempo que es inconsecuente.
la negación, incluso la repudiación, recae esencialmente sobre la cuestión del deseo de la madre por el padre.
Como Freud dice, esa repudiación no tiene fundamento sino porque el perverso, en cierta manera, reconoce este deseo en la madre por el padre.
Lo importante para el perverso es que el otro esté suficientemente comprometido, inscripto en referencias conocidas, para que el otro se vea extraído de su sistema y para que acceda a un goce cuyo dominio el perverso está seguro de tener.
El perverso extrae todo el goce; Necesita un cómplice imaginario o real en el cual se encierre en la castración.
Dor, J (O.C.) "La estructura perversa". pp. 43-81 Tania González Jimenez Ps709845 ITESO 22/11/18