Convertidos en actores de la política mexicana, Televisión Azteca y Televisa hicieron su entrada triunfal al escenario nacional en junio de 1999, con las transmisiones de la cobertura periodístico-televisiva del asesinato de Francisco Stanley, un popular presentador de la televisión. Aprovechando la popularidad del presentador, que primero se desarrolló en Televisa y en el momento de su asesinato, cuando viajaba en automóvil en una arteria importante de la Ciudad de México, era una de las principales estrellas de Televisión Azteca, ambas televisiones, mostraron sus acuerdos de fondo y sus verdaderas alianzas.
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