Por último, la revelación cristiana sobre el amor aporta una
novedad: el descubrimiento de la virginidad, que es una forma enteramente nueva de vivir el amor humano, desconocida en el Antiguo Testamento. El “celibato por el Reino” es un carisma, un don de Dios, antes que proyecto humano, y sólo puede vivirse en un clima de fe. Abrazado por Cristo y por los llamados a seguirle por ese camino, quiere ser un signo de cómo será el Reino de Dios en su etapa definitiva (escatológica), y un signo de que los cristianos estamos esperando “la vuelta del señor”. El matrimonio es una situación provisoria, propia de un mundo que está pasando.