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Puntualizaciones sobre el amor de trasferencia (Nuevos consejos sobre la…
Puntualizaciones sobre el amor de trasferencia (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, III) (1915 [1914])
Cuando el paciente se enamora de su médico, solo existen tres desenlaces posibles:
Otro más común, en el que el médico y paciente se separarían, abandonando el recién iniciado trabajo que debía servir al restablecimiento, como si un accidente elemental lo hubiera perturbado.
La más rara, que en todas las circunstancias consientan la unión legítima y permanente de ambos.
Un tercer desenlace, sería el anudamiento de relaciones amorosas ilegítimas, y no destinadas a ser eternas; pero lo vuelven imposible tanto la moral civil como la dignidad médica.
Dos valoraciones:
Para el paciente, se plantea una alternativa, debe renunciar a todo tratamiento psicoanalítico, o consentir su enamoramiento del médico como un destino inevitable.
Para el médico significa un esclarecimiento valioso y una buena prevención de una contratransferencia.Tiene que discernir que el enamoramiento de la paciente le ha sido impuesto por la situación analítica y no puede atribuir, digamos, a las excelencias de su persona.
El enamoramiento destinado a permanecer inexpresivo y no analizado, jamás podrá prestar al restablecimiento de la paciente la contribución que el análisis le extraería.
Muchos médicos anticipan a sus pacientes sobre la Aparición de la transferencia amorosa, y hasta exhortan a que dicho enamoramiento marche más allá. Siendo esto de lo más disparatado, de este modo se le quita al fenómeno el carácter convincente de lo espontáneo y uno se crea obstáculos de difícil remoción,
El médico concibe una sospecha: cuando estorbe proseguir con la cura puede ser la exteriorización de una resistencia. y en el surgimiento de esa apasionada demanda de amor la resistencia tiene sin duda una participación grande.
Este amor, estaba desde mucho antes, pero ahora la resistencia empieza a servirse de él para inhibir la prosecución de la cura, apartar del trabajo todo interés y sumir al médico analista en un penoso desconcierto.
Es lícito conjeturar que como resistencia la declaración de amor será usado como medio para poner a prueba al riguroso analista, quien en caso de condescender recibirá una reconvención.
Exhortar a la paciente, tan pronto como ella ha confesado su transferencia de amor, a sofocar lo pulsional, a la renuncia y a la sublimación, no seria un obrar analítico, sino un obrar sin sentido.
El analista jamas tiene derecho a aceptar la ternura que se le ofrece ni a responder a ella. Y que, al contrario, debería considerar llegado el momento de abogar ante la mujer enamorada por el reclamo ético y la necesidad de la renuncia, conseguir que abandone su apetencia y venciendo la parte animal de su yo, prosiga el trabajo analitico.
Principio: dejar subsistir en el enfermo necesidad y añoranza como unas fuerzas pulsionales del trabajo y la alteración, y graduarse de apaciguarlas mediante subgrados.
Se debe aprender a vencer el principio de placer, a renunciar a la satisfacción inmediata, en favor de otra más distante, más incierta, pero intachable tanto en lo psicológico como en lo social.
El analista debe librar así una lucha triple: en su interior, fuera del análisis y en el análisis.
Si su cortejo de amor fuera correspondido, sería un gran triunfo para la paciente y una total derrota para la cura. ella habría conseguido aquello a lo cual todos los enfermos aspiran en el análisis: actuar, repetir en la vida algo que sólo deben recordar, reproducir como material psíquico y conservar en un ámbito psíquico.
Consentir la apatencia amorosa de la paciente es entonces tan funesto para el análisis como sofocarla,
Uno retiene la transferencia de amor, pero la trata como algo no real, como una situación por la que se atraviesa en la cura, que debe ser reorientada hacia sus orígenes inconscientes y ayudará a llevar a la conciencia lo mas escondido de la vida amorosa de la enferma, para así gobernarlo.
No hay ningún derecho a negar el carácter de amor "genuino" al enamoramiento que sobreviene dentro del tratamiento analítico. Aunque este tiene rasgos singulares que le aseguran una particularidad:
1) es provocado por la situación analítica; 2) es empujado hacia arriba por la resistencia que gobierna a esta situación, y 3) carece en alto grado del miramiento por la realidad objetiva, es menos prudente, menos cuidadoso de sus consecuencias, más ciego en la apreciación de la persona amada de lo que querríamos concederle a un enamoramiento normal.