"En cualquier caso éramos tan dispares y en esa disparidad tan peligrosos el uno para el otro
que, si se hubiese podido hacer una especie de cálculo anticipado de cómo yo, el niño de
tan lento desarrollo, y tú, el hombre hecho y derecho, íbamos a comportarnos
recíprocamente, se habría podido suponer que tú me aplastarías simplemente de un
pisotón, que no quedaría nada de mí. Sin embargo, no sucedió tal cosa, lo que tiene vida
no es predecible, pero quizás haya sucedido algo peor. Y al decirte esto, te ruego enca-
recidamente que no olvides que ni por lo más remoto he creído yo nunca en una
culpabilidad de tu parte. Tú hiciste en mí el efecto que tenías que hacer, pero, por favor,
deja de considerar como una malignidad especial mía el hecho de haber sucumbido a ese efecto"