“El discípulo con-verge así hacia sus condiscípulos, hacia la
exterioridad, para re-conocer sus propios valores (de hijo”(102) “nuevo, de generación dis-tinta como juventud, de cultura popular
propia). Pero esa convergencia debe ser movilizante.
Es decir, debe poder ejercer una cierta praxis educativa, donde
en el riesgo de su propia novedad exteriorizada vaya cobrando
conciencia de su destino. Es así como va surgiendo
el sujeto activo, creador, con-structor del nuevo orden. A partir
de su situación real podrá aprender a construir su nuevo
mundo.”(103)
Por ello Paulo Freire
indica que es esencial para "la educación como práctica de
la libertad" la reflexión en grupo y con toda sencillez de
"las situaciones existenciales que posibilitan la comprensión
del concepto de cultura"215. Desde el descubrimiento de su
realidad el educando debe organizarse, debe estructurar su
praxis, compartir responsabilidades, hacer de su teoría un momento
esclarecedor de lo que se vive en grupo.”(103)
“Negando lo introyectado, de-struyéndolo asumptivamente,
es que el sujeto con-structor realiza su tarea creadora. Así
comienza la revolución cultural en un momento privilegiado
que es el de la cultura revolucionaria. Es un momento de euforia,
de profunda alegría expresiva.”(103)