Etapa 5 - “el viaje de ida”, donde nuestro “enfoque es hacia afuera, sino de un nuevo centro, con conexión a tierra de nosotros mismos”. En esta etapa, “nos sometemos a la voluntad de Dios para dirigir totalmente nuestras vidas, pero con los ojos bien abiertos, pero sin miedo conscientes de las consecuencias”. Poseemos una nueva confianza de que Dios nos ama completamente, tal y como somos. Viajar hacia fuera, aprendiendo a vivir, servir y amar desde un lugar distinto