Buscan retener el color de la bugambilia, con la extracción de las moléculas que le dan color a la flor (cromóforos), y la inmovilización en una red cristalina de un material inorgánico.
Se probaron varios materiales, en los que se alteró su acidez y se modificó la porosidad y composición, hasta descubrir que la alúmina, que no es más que un óxido de aluminio, era el idóneo.
Los colorantes, explicaron, se retienen por interacciones entre las partes polares del cromóforo y de la matriz inorgánica. El trabajo de los científicos consiste en identificar las combinaciones exitosas.
Con el uso de la bugambilia se obtiene infinidad de tonalidades: una sola molécula orgánica puede dar desde el amarillo hasta el púrpura, y pasar por el azul, según la acidez de la matriz.