La Revolución de Febrero se focalizó, originalmente, en torno a Petrogrado (hoy San Petersburgo). En el caos, los miembros del parlamento imperial o Duma asumieron el control del país, formando el Gobierno provisional ruso. La dirección del ejército sentía que no tenían los medios para reprimir la revolución y Nicolás II, el último emperador de Rusia, abdicó. Los sóviets (consejos de trabajadores), que fueron dirigidos por facciones socialistas más radicales, en un principio permitieron al gobierno provisional gobernar, pero insistieron en una prerrogativa para influir en el gobierno y controlar diversas milicias. La revolución de febrero se llevó a cabo en el contexto de los duros reveses militares sufridos durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918),1 que dejó a gran parte del ejército ruso en un estado de motín.