El proceso de educación de adultos debe ser orientado por el Facilitador del aprendizaje, con el fin de incrementar el pensamiento, la autogestión, el mejoramiento de sus prácticas laborales para una calidad de vida digna y de creatividad del participante adulto, lo que debería dar como resultado final una oportunidad para que logre su autorrealización. En definitiva, en el contexto andragógico, el rol del instructor pasa a ser necesariamente Facilitador, creando o recreando las condiciones del aprendizaje, de tal manera que el participante, individual o colectivamente, pueda sistematizar la experiencia, resolviendo algún problema o simplemente mejorando los procesos y los procedimientos.