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20* conferencia. La vida sexual de los seres humanos (Se dividen en grupos…
20* conferencia. La vida sexual de los seres humanos
Ante todo, lo sexual es lo indecoroso, aquello de lo que no está permitido hablar.
Los síntomas de las histéricas figuran con muchísima frecuencia cosas sexuales.
La neurosis histérica puede hacer sus síntomas en todos los sistemas de órgano y, por esa vía, perturbar todas las funciones
En ello encuentran exteriorización todas las mociones llamadas perversas que quieren sustituir los genitales por otros órganos. Estos se comportan entonces como genitales sustitutivos
Es posible enfermarse de neurosis por frustración de la satisfacción sexual. La neurosis, hace que la persona busque satisfacerse de una forma anormal.
Sólo los de su mismo sexo pueden excitar sus deseos sexuales; los otros, y sobre todo sus partes sexuales, no constituyen para ellos objeto sexual alguno y, en los casos extremos, les provocan repugnancia.
Los homosexuales eran considerados hombres y mujeres por lo demás intachables, de elevado desarrollo intelectual y ético, y aquejados sólo de esta fatal desviación.
Los homosexuales no son sino los invertidos conscientes y manifiestos, cuyo número palidece frente al de los homosexuales latentes.
Se dividen en grupos:
Aquellos en que se ha mudado el objeto sexual (como en el caso de los homosexuales) y aquellos en quienes principalmente se alteró la meta sexual.
Al primer grupo pertenecen los que renunciaron a la unión de los dos genitales y en el acto sexual los sustituyen, con un compañero, por otra parte o región del cuerpo; al hacerlo se sobreponen a la falta del dispositivo orgánico y al impedimento del asco. (Boca, ano en lugar de la vagina.)
Después siguen otros para los que cuentan los genitales, mas no a causa de sus funciones sexuales, sino de otras en las que participan por razones anatómicas y motivos de proximidad
El otro grupo está constituido por los perversos que han establecido como meta de los deseos sexuales lo que normalmente es sólo una acción preliminar y preparatoria.
Después siguen los enigmáticos sádicos, cuya aspiración tierna no conoce otra meta que infligir dolores y martirizar a su objeto, desde muestras de humillación hasta graves daños corporales
Si no comprendemos estas conformaciones patológicas de la sexualidad ni podemos reunirlas con la vida sexual normal.
Es una tarea insoslayable dar en la teoría razón cabal de la posibilidad de las llamadas perversiones y de su relación con la sexualidad pretendidamente normal.
Vendrán en nuestro auxilio, para esto, una intelección y dos nuevas experiencias.
Intelección: Todas estas perversiones son «signos de degeneración»
Dos nuevas experiencias: se han obtenido a raíz de la indagación psicoanalítica de los neuróticos; están destinadas a influir de manera decisiva sobre nuestra concepción de las perversiones sexuales.
Los síntomas sirven preponderantemente para defenderse contra esos deseos o expresan la lucha entre la satisfacción y la defensa.
La mayoría de los síntomas (en adultos) hacen referencia a vivencias en la infancia relacionadas con la sexualidad infantil.
La sexualidad perversa es el resultado de todas las experiencias de la sexualidad infantil aumentada o reprimida.
A las personas nos espanta el hecho de que los niños puedan ejercer una sexualidad porque confundimos los fines de satisfacción sexual con los de reproducción.
Los educadores de los niños están instruidos en retardar lo más posible las enseñanzas de la sexualidad, en desalentar prácticas sexuales
Zonas erógenas: áreas del cuerpo que nos llevan a la excitación sexual, como son la boca y los labios. El lactante estimula estas zonas y son principios de placer, que alcanza cuando está mamando el seno de la madre.
El mamar del pecho materno pasa a ser el punto de partida de toda la vida sexual, el modelo inalcanzado de toda satisfacción sexual posterior, al cual la fantasía suele revertir en momentos de apremio.
El pecho materno es el primer objeto de la pulsión sexual.
Libido: fuerza que empuja a exteriorizar a la pulsión.
Freud, S. (1917) La vida sexual de los seres humanos. Amorrortu, obras completas. Tomo XVI pp. 272-291.