Los economistas institucionales de la tradición vebleniana, así como los modernos e iniciales filósofos pragmáticos, plantean que las instituciones funcionan sólo porque las reglas implícitas se encuentran inmersas en los hábitos compartidos, tanto de pensamiento como de comportamiento (James, 1892; Veblen, 1899; Dewey, 1922; Joas, 1993, 1996; Kilpinen, 2000)