En la primera parte se encuentran los requisitos que debe poseer el educador ideal: (a) de reconocida moralidad, de modo tal que pueda educar con el buen ejemplo, traducido, entre otros, en un educador vector y líder de la sociedad, justo, honesto, responsable, organizado, comprometido, conciliador, mediador del proceso educativo, humilde, disciplinado; y, (b) de comprobada idoneidad académica, con el entendido que nadie enseña lo que no sabe, y que nadie busca la verdad del conocimiento sino instrumenta las estrategias pertinentes para tales efectos; de igual forma, considero que se podrán tener los títulos más altos y preciados del mundo, contar con un currículo vitae de abultadas credenciales, pero si se carece de las competencias, de la vocación, del amor y convicción para ser educador, de la humildad para reconocer que no tiene la verdad absoluta del conocimiento y que existe la necesidad de construirlo, no podrá jamás formar, enseñar, construir y facilitar el conocimiento; tampoco puede ser educador aquel que se la pasa murmurando y descalificando a los educadores anteriores por fallas en el aprendizaje de sus alumnos, arropando a veces con tales "argumentos" la ignorancia, la maldad, la envidia o la incapacidad para enfrentar los nuevos retos a favor de los educandos; no puede ser educador el que humilla, etiqueta y descalifica al educando, pues el destino será el de castrarlo sin posibilidad hasta de redención.