Feiman-Nemser et Buchmann (1985) plantean tres preguntas, que, de responderse de manera satisfactoria, indicarían que la experiencia de las prácticas profesionales tiene todo el potencial para ser provechosa y enriquecedora para el estudiante: 1. ¿Qué es lo que el estudiante en práctica está aprendiendo en relación al hecho de ser un docente, en relación a los alumnos, a la clase y a las actividades que todo ello implica? 2. ¿Cómo esas experiencias están vinculadas al objetivo central de la docencia, es decir, hacer que los alumnos aprendan? 3. ¿En qué medida esas experiencias van a estimular la capacidad de los estudiantes a aprender de sus experiencias futuras?